domingo, 13 de marzo de 2011

Ella se pinta los labios siempre de color rojo para que nunca se borren sus besos.
El resto de carmín que deja en otras pieles es un tatuaje de henna que sólo dura un par de lavados.
Te besa y comienza a andar, pies pequeños pero firmes de los que siempre dejan huella aunque no haya barro.
Sus uñas bañadas en color decoran el final de sus pequeños dedos
enfundados en unas sandalias de cuero , ya desgastadas de tantas pisadas por las aceras del mundo, que a veces éste se le queda pequeño.
También recuerdo su flequillo recortado a su manera y aquellos vaqueros desgastados , pero muy suyos, y esas manos de las que nunca se caen los anillos, conocedoras de otras manos que no pierde ocasión de agarrar.
Y una risa contagiosa que exhala de su sonrisa.Y es incapaz de contener.
Y así con sus labios rojos, sus diminutos pies, su pelo que decora esa cabeza loca (porque no podía ser de otra manera)sus descosidos pantalones y sus manos suaves que todo lo tocan, a veces temblorosas y otras indomables.
Sigue su camino, sonriente del que sólo se detiene para observar, para bailar o para pegar un salto.

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