miércoles, 29 de diciembre de 2010

Era la original, no puede ser reemplazada.

Tan sólo era una niña de 5 años cuando paseaba, como de costumbre, con su bella muñeca.
Bonita únicamente para sus ojos, ya que carecía de un brazo y tres pelos decoraban su cabellera.



Despertó un domingo con ganas de acicalar a su muñeca para llevarla a misa. La solía esconder. Su madre la repugnaba.
Al ver que no la encontraba, fue directa a asomarse al balcón.
Era astuta la niña, así que procuró no ser vista por nadie.
Pero en cuestión de segundos, sus ojines color esperanza se inundaron de lágrimas.
Su madre metió con cierto odio y repelús la muñeca en la basura.


Fue obligada a renunciar a su preciosa muñeca.
Nadie se percataba de que era una niña frágil.




Frágil y venenosa.

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